miércoles, abril 25, 2007

Sangre de Campeón: 19.-Un campeón busca el equilibrio

____________________________________________________________________

Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Sangre de Campeón
Novela formativa con 24 directrices para convertirse en campeón.
Ciudad de México
____________________________________________________________________

- ¿De dónde salió ese perfume de flores tan fuerte? – preguntó el maestro de atletismo.

No contesté.

- Pasa por favor

Mis papás se encontraban ahí. Parecían preocupados y enfadados. Me invadió una gran vergüenza sólo pensar que les estaba causando más aflicciones.

Acabo de explicarle a tus palabras, -dijo el director, porqué vamos a expulsarte. A partir de mañana, ya no podrás venir aquí. Cómo está empezando el año escolar, encontrarás algún otro colegio que te reciba.

Papá alzó la voz defenderme.

Sinceramente no creo que Felipe haya escrito esas majaderías en su solicitud deportiva –me miró, ¿o sí?.

La frialdad de esos cuatro pares de ojos hubieran hecho pedazos a cualquier niño, pero esta vez no estaba tan nervioso.

Me cuesta trabajo –balbucee- decir con palabras lo que pienso, por eso escribí esto.

Saqué el papel de mi bolsillo y lo desdoble.

- ¿Puedo leerlo?

Hubo un momento de tensión. Papá fue quien me autorizó a continuar:

- Adelante.

Me coloqué frente al director y comencé a leer:

Hay dos compañeros que me han golpeado y a los que les tengo mucho miedo. Uno se llama Lobelo. El otro no sé cómo se llama. Es un gordo que anda siempre con él.

Hoy me agarraron entre los dos. Lobelo me enseñó un reloj antiguo. Dijo que era del anciano al que le robaron ayer. Tal vez estaba mintiéndome para hacerme sentir miedo.

El se quiere vengar de mí, porque yo lo acusé de que, cuando iba en su carro, me amenazó con una pistola sin balas. También siente coraje porque cuando fuimos al club deportivo, yo le dije al administrador que estábamos espiando a las mujeres desnudas en el baño. El viernes de la semana pasada, me encerraron en el sótano de la escuela y pasé aquí toda la noche. Como mis papás estaban en el hospital, no se dieron cuenta.

Hoy, Lobelo me pegó en el estómago. Mientras tanto, su amigo tomó mi hoja de inscripción y la llenó de groserías.

Yo no lo hice. Deben creerme. He hecho demasiadas tonterías en mi casa: Mi hermanito se accidentó y a veces pienso que fue por culpa mía. Eso me duele muchísimo. También fui malo con mi mamá y ella me hizo entender cómo debo comportarme.

He sido travieso, pero no digo maldiciones y no escribo palabras sucias; ni siquiera las digo.

Quiero mucho a mi escuela. Me entusiasma el programa deportivo. Admiro al atleta que vino. Deseo ser como él y fortalecer mi carácter para que, algún día, la gente mala deje de molestarme y me respete.

Cuando terminé de leer, nadie habló durante un rato.

Después, el director preguntó:

- ¿Hay algún testigo que haya visto lo que dices?

- Tal vez –contesté-. Pero no quiero involucrar a más compañeros. Lobelo se vengaría de ellos. Estoy diciendo la verdad...

El hombre se rascó la cabeza y asintió.

- Te creo, Felipe. Tu carta es muy convincente. Voy a investigar a esos dos chicos y, cuando tenga pruebas suficientes, será a ellos a quienes expulse de la escuela.

Mis padres y yo salimos de la oficina.

- Estoy muy orgullosa –me dijo mamá-. Observé algo que nunca había visto en ti, Felipe.: Una combinación de humildad y decisión. No trataste de imponer tus ideas con arrogancia, pero tampoco suplicaste ni pediste misericordia. Siempre te mostraste dócil y, a la vez, seguro de ti mismo. Eso se llama equilibrio. Te felicito. Estoy impresionada.

- Gracias, mamá –contesté-. Últimamente he aprendido muchas cosas.

Llegamos a la puerta del colegio.

- Antes de que regreses a tu salón de clases –dijo papá-, tenemos que darte una noticia... –se puso en cuclillas junto a mí-. Los médicos hicieron más de cien pruebas con diferentes personas y buscaron en un banco de datos que existe en América y ...

- ¿Qué crees? –lo interrumpió mamá emocionada.

- ¿Encontraron el donador de médula ósea?

- Sí...

- ¿De veras? –di un brinco de alegría-. ¿Y cuándo llega? ¿En qué país vive? ¿tendremos que ir por él?

- Bueno. Hubo algunas confusiones en los primeros exámenes que se hicieron. Arrojaron resultados contradictorios. Tuvieron que repetirse y recibimos una gran sorpresa...

- No lo vas a creer –comentó mi madre sonriente.

Una mezcla de alegría y miedo me paralizó.

- ¿El señor Izquierdo es el donador?

- No –contestó papá con los ojos brillantes

- ¿Entonces? ¿Alguno de nosotros?

Los observé asombrado. ¿Podía ser posible?

Recordé palabras de la carta de mi padre me había escrito “Los hermanos crecen juntos; no son rivales. Tienen la misma sangre, el mismo origen. Se formaron en el mismo vientre. Fueron besados, abrazados y amamantados por la misma madre.” Era lógico. La única persona que podía salvarle la vida a mi hermano era...

- ¿Yo?

Asintieron con la cabeza muy despacio.

- ¿Qué piensas?

Se me hizo un nudo en la garganta.

- ¡Me... da... mucho gusto! Si en mi cuerpo hay la sustancia que puede ayudar a Riky, quiero dársela ya.

Papá comentó:

- Los planes son internarte esta misma tarde para mañana, a primera hora, se realice el procedimiento. ¡Estás de acuerdo?

¡Por supuesto! Las clases van a terminar pronto. Pasen por mí al rato y vayamos al hospital.

No hay comentarios.:

Búsqueda personalizada